El Secretario General de la federación de Servicios, Movilidad y Consumo de UGT, Antonio Oviedo, ha estado hoy, junto a una nutrida representación de compañeras y compañeros de FeSMC-UGT, en la Plaza del Museo Reina Sofía, en Madrid, donde se celebraba una concentración por el Día Internacional de la Mujer, convocada por UGT y CCOO.

Bajo el lema «Unidas Ganamos Todos» e «Igualdad o Conflicto», los delegados y delegadas de FeSMC-UGT han reivindicado la lucha del feminismo como principal motor para lograr avances en la igualdad entre mujeres y hombres. En este sentido, Antonio Oviedo ha expresado la importancia de llevar los principios del feminismo a todo los ámbitos, no sólo sociales sino políticos, institucionales y de la empresa. Además, el Secretario general de FeSMC-UGT ha subrayado la necesidad de que «el feminismo y las mujeres estén allí donde se toman las decisiones de calado, en los órganos de decisión de gobiernos, de organismos internacionales, de consejos de administración. Y para eso hacen falta leyes como la aprobada ayer por el Gobierno», en referencia a la anteproyecto de Ley de Representación Paritaria de Mujeres y Hombres en los Órganos de Decisión que aprobó ayer el Gobierno. En definitiva, «la sociedad, la política, la empresa… necesita más mujeres en la toma de decisiones», ha sentenciado.

Este 8 de marzo demuestra, una vez más, que son muchos los frentes en los que sigue la lucha del movimiento feminista y de la Unión General de Trabajadores, especialmente en el ámbito laboral, como quedaba de manifiesto en las distintas reivindicaciones que se escuchaban en esta concentración y que plasmaban realidades que, lamentablemente, siguen muy vigentes.

Y es que, como ha explicado Carme Coronado, Secretaria Formación y Políticas de Igualdad de FeSMC-UGT, las trabajadoras siguen sufriendo grandes discriminaciones laborales frente a sus compañeros. Ellas siguen teniendo menores tasas de actividad, ocupación y peores condiciones laborales, incluidas las salariales. Son también las mujeres quienes registran mayores índices de paro, temporalidad y parcialidad. Y también tiene lugar una importante segregación horizontal y vertical. En definitiva, las trabajadoras sufren en mayor medida una precariedad laboral que fomenta, y constituye en sí misma, violencia hacia las mujeres.