FeSMC-UGT ha participado en el taller sobre Justicia Climática y Transición Justa con Perspectiva de Género, organizado por el Área de Acción Climática y Transición Ecológica. Durante la sesión, se analizó cómo el cambio climático impacta de forma desigual en mujeres y colectivos vulnerables, así como la necesidad de incluir una perspectiva feminista en las políticas medioambientales. La jornada contó con la intervención de expertas y sindicalistas que destacaron la urgencia de garantizar una transición ecológica justa e inclusiva.

Este taller se ha realizado el pasado lunes 3 de marzo a través del  Aula Virtual donde se ha debatido sobre cómo el cambio climático y las desigualdades de género están profundamente conectados y cómo impacta de manera desigual en el ámbito laboral y social, reflexionando sobre la relación histórica entre la explotación de la naturaleza y la opresión de mujeres y disidencias. También se abordaron otros temas como el racismo ambiental y los desafíos que enfrentamos para lograr una transición justa.

En el taller hubo numerosos ponentes. Así, el coordinador del Área de Acción Climática y Transición Ecológica Justa de UGT, Wifredo Miró, ha incidió en la importancia que desde el Área Verde se le da a la formación y ha agradeció la amplia asistencia y el gran interés mostrado en la actividad.

Acto seguido, la técnica del Área de Acción Climática y Transición Ecológica Justa de UGT Laura Reboul, habló sobre el impacto desigual de la emergencia climática, tanto entre distintos países y territorios, como entre distintas personas y colectivos, haciendo especial hincapié en las mujeres y las niñas. También ha explicado el caso concreto de las jornaleras de la fresa de Huelva.

Del mismo modo, la periodista, investigadora y profesora asociada en la Universidad de Valladolid Márcia Tait habló sobre el ecofeminismo y la relación histórica, cultural y política entre mujeres y la explotación de la naturaleza. También incidió en la relación entre el sistema capitalista y el patriarcado, que ponen la vida al servicio del capital, aumentando las desigualdades sociales y amenazando la supervivencia humana en el planeta, teniendo en sus bases la explotación de la naturaleza y el trabajo gratuito de las mujeres. Ha terminado explicando el concepto de economía feminista y su relación con el ecofeminismo, así como el vínculo entre la justicia climática, la transición justa y el ecosindicalismo.

A continuación, la integrante de la Secretaría de Mujer y Políticas Sociales de UGT Servicios Públicos Haizea Miguela, reflexionó sobre las condiciones de las mujeres trabajadoras de los servicios públicos ante un contexto de emergencia climática.

Pero, sobre todo, mediante este evento, se ha querido abrir un espacio de diálogo para pensar en soluciones. Hablar de cómo avanzar hacia una transición ecológica feminista y decolonial que ponga la vida en el centro, garantizando derechos y justicia social para todas las personas.

Por último, la vicesecretaria General de UGT, Lola Navarro, clausuró el taller destacando el importante papel que juega el Área Verde en el sindicato ante un contexto de emergencia climática. A su vez, hizo hincapié en que la transición ecológica justa tiene que tener especial atención a las mujeres, incluyendo una perspectiva de género en todas sus medidas que ayude a reducir las desigualdades. Asimismo, conluyó su intervención demandando más participación efectiva de las mujeres en las decisiones y negociaciones climáticas.

Desde la Vicesecretaria General de FeSMC-UGT hemos querido ahondar en esta materia y trasladamos aquí algunas de las conclusiones que el Comité de Mujeres de Naciones Unidas está trabajando en ese aspecto. En Justicia climática feminista: Un marco para la acción, ONU-Mujeres ofrece una visión general y una guía práctica para formular políticas que garanticen una transición hacia economías con bajas emisiones, al tiempo que se fortalece la resiliencia de las mujeres y se garantizan sus posibilidades de aprovechar las nuevas oportunidades, reconociendo su liderazgo.

La Organización Internacional del Trabajo calcula que alrededor de 1.200 millones de puestos de trabajo, que representan el 40% de la mano de obra del mundo, están en peligro por el cambio climático

El cambio climático es, posiblemente, el problema más acuciante de nuestros tiempos, que se convertirá, en breve, en el contexto global dominante y en una amenaza para el continuo progreso en materia de igualdad de género y derechos humanos. Debido al acceso desigual de las mujeres a los recursos naturales, los servicios públicos y la infraestructura y a su dependencia de ellos, se ven afectadas de manera desproporcionada por la degradación ambiental. Esto, en combinación con otras crisis, permite retrocesos rápidos en áreas como la pobreza extrema, el acceso a trabajo decente y recursos económicos y la violencia de género. Las desigualdades de género intensifican la vulnerabilidad a los efectos del cambio climático, lo que a su vez compromete los derechos de las mujeres obtenidos con tanto esfuerzo.

La Organización Internacional del Trabajo calcula que alrededor de 1.200 millones de puestos de trabajo, que representan el 40% de la mano de obra del mundo, están en peligro por el cambio climático. Y se prevé que las mujeres serían las más afectadas. La crisis del clima que afecta a nuestro planeta puede provocar que 158 millones más de mujeres y niñas sean pobres, y que 236 millones más se enfrenten a la inseguridad alimentaria en 2050. Así, la crisis climática está aumentando los conflictos y la migración, como también el discurso político de exclusión y antiderechos dirigido a las mujeres, las personas refugiadas y otros grupos vulnerables. Es, por tanto, necesario garantizar procesos de transición justa con perspectiva de género que tengan presente que mujeres y hombres sufren de diferente forma las consecuencias del cambio climático y el deterioro ambiental.

La crisis climática está aumentando los conflictos y la migración, así como el discurso político de exclusión y antiderechos dirigido a las mujeres, los refugiados y otros grupos vulnerables.

La “justicia climática feminista” se basa en cuatro áreas de acción:

  • La primera de estas áreas se centra en el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Los cuidados ocupan un papel prioritario reconociendo el trabajo no remunerado de las mujeres.
  • La segunda área de acción tiene que ver con la redistribución de recursos económicos y la priorización de la perspectiva de género en los procesos de transición ecológica.
  • La tercera área de acción establece la necesidad de medidas para revertir la baja representación política, así la participación femenina en los parlamentos se asocia a políticas medioambientales más fuertes, pero ellas solo ocupan una quinta parte de los puestos de decisión y un 15% de los ministerios “verdes”.
  • La última área de acción habla de la reparación de los desequilibrios e injusticias,ya que solo el 3% de las ayudas para el desarrollo medioambiental tienen en cuenta a las mujeres.

Una justicia climática feminista pasa por robustecer y avanzar en el reconocimiento de los derechos de las mujeres y las niñas, combatiendo los mensajes negacionistas en contra de las políticas de igualdad y frenando el avance de la extrema derecha. Es necesario revitalizar el multilateralismo y las instituciones democráticas, con la inclusión de las mujeres. Así como por el aumento de la participación política de las mujeres, fundamentalmente en las cuestiones que tienen que ver con la emergencia climática y la transición ecológica justa. Y finalmente por facilitar financiación.

Conclusión final: “No puede existir justicia climática sin igualdad de género”