La Reforma Laboral surgida del acuerdo entre los agentes sociales, va a reportar importantes mejoras a la calidad del empleo y del salario de los trabajadores y las trabajadoras de nuestro país, especialmente de aquellos que llevan años sobreviviendo con sueldos muy por debajo del coste de la vida. Y entre esos trabajadores se encuentran muchos pertenecientes a sectores de actividad vinculados a los Servicios.

Uno de los muchos puntos a favor que tiene esta Reforma Laboral es la prevalencia del convenio sectorial respecto al de empresa. Como es sabido, un número importante de servicios privados como limpieza, seguridad, servicios auxiliares, servicios de restauración social (colectividades), camareras de piso, contact center, consultoría, y un largo etcétera se prestan bajo el modelo de subcontratas (a través, en parte, de las conocidas como empresas multiservicios).

La consecuencia es que, a partir de ahora, las empresas prestadoras de estos servicios deberán aplicar a sus trabajadores el convenio (sectorial) de la actividad principal o de la empresa a la que prestan el servicio. Lo que, de entrada, supone mejoras salariales importantes.

Digo esto porque la federación de UGT que dirijo (Servicios, Movilidad y Consumo) cuenta con miles de delegados y delegadas del Sindicato que conocen perfectamente el grave problema de precariedad salarial endémico –es decir, muy de nuestro país– y sistémico –enquistado en el modelo de sector– que ha generado una legión de profesionales que padecen el mal de la “pobreza salarial”. Esto es una forma de precariedad existencial que no te expulsa del sistema, pero hace que tengas que vivir, continuamente, rozando el umbral de la pobreza porque tus ingresos no dan para llegar a fin de mes y pagar todas facturas.

Trabajadores y trabajadoras de segunda

UGT lleva mucho tiempo desarrollando estrategias de acción sindical en los sectores de actividad antes reseñados, y en las empresas multiservicios, con el objetivo de cambiar el modelo. El desgaste de nuestros delegados y delegadas para conseguir mejoras es consecuencia de la dificultad de cambiar la mentalidad de los ejecutivos e inversores que dirigen estas empresas. Pero, también, por una razón que les sirve de sostén argumentativo: la sociedad lleva décadas minusvalorando muchos de estos servicios, considerando a sus profesionales trabajadores de segunda.

La pandemia hizo que esta mentalidad empezara a cambiar porque puso el foco de nuestro bienestar y de nuestra seguridad en muchas de estas actividades. A esto se ha sumado la Reforma Laboral que viene a mejorar los salarios en empresas prestadoras de estos servicios. Pero esto debe ser sólo el principio de un cambio de paradigma, de modelo. UGT no puede hacerlo sola, necesita que asociaciones empresariales, gobiernos y legisladores entiendan que hay zonas oscuras en nuestro modelo productivo español que necesitan normativas específicas y una atención más vigilante que impida que una parte de nuestra sociedad se quede atrás en esa senda de la recuperación que, parece, estamos iniciando.  

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