Conviene recordar, para que nadie se relaje, que la negociación de incrementos salariales sigue siendo prioritaria en nuestra Federación de Servicios, Movilidad y Consumo de UGT mientras continúe la pérdida de poder adquisitivo de miles de trabajadores y trabajadoras de este macro-sector. No podemos permitirnos el lujo de distraernos. La campaña “Salario o conflicto” nació precisamente para responder a una situación que se reveló insoportable, marcada por una inflación desbocada que se instaló en la economía española y que golpeó con más dureza a quienes menos margen tenían para soportarla.
Hoy, aunque los indicadores de inflación se hayan moderado, seguimos arrastrando un déficit salarial evidente en muchas actividades vinculadas al sector Servicios: limpieza, contact center, hostelería, turismo, servicios auxiliares, comercio, repartidores… Hablamos de sectores donde la brecha entre los beneficios empresariales y los salarios de sus plantillas continúa siendo inasumible y donde el reconocimiento social hacia estos trabajos no se traduce, como debería, en un reconocimiento económico real. Es una incoherencia que no podemos normalizar. Se habla de “profesiones de alto valor” contraponiéndolas a estos servicios esenciales, pero lo cierto es que la sociedad no puede funcionar sin quienes limpian, atienden, cuidan, dispensan, acompañan, informan, distribuyen, mantienen o sostienen actividades imprescindibles para el bienestar de la ciudadanía que, cuando faltan, paralizan ciudades enteras. La pandemia dejó claro quién estuvo ahí, y no podemos permitir que aquel reconocimiento se convierta hoy en olvido. No me cansaré de repetirlo.
Más allá del salario mínimo
La subida del SMI ha sido positiva, pero insuficiente. Ha mejorado la base, pero también ha reducido los márgenes en la estructura salarial en varios convenios del sector servicios. Lo revelaba hace pocos días una información del diarioEl Economista: “(…) los salarios se igualan por abajo como nunca y se estancan en un bucle peligroso. Apenas hay una diferencia del 3% entre el SMI y el salario más frecuente”. Más allá de que habría que profundizar en estos datos y cotejarlos, sí parece que se esté produciendo una paradoja por la que cada vez son más los profesionales que se sitúan cerca del mínimo legal en algunas de las actividades del sector Servicios. Por tanto, si la diferencia entre un salario de convenio y el SMI es mínima, debemos actuar con contundencia. Si el SMI se ha incrementado, debemos empujar hacia arriba el resto de salarios, y no enquistarlos.
Los salarios se igualan por abajo como nunca y se estancan en un bucle peligroso. Apenas hay una diferencia del 3% entre el SMI y el salario más frecuente” [El Economista]
Para ello siguen siendo imprescindibles las cláusulas de revisión salarial vinculadas al IPC y deben ser una herramienta viva para proteger el poder adquisitivo y evitar que las personas trabajadoras acaben financiando, año tras año, los desajustes de la economía en nuestro país. No hay argumento razonable para no exigirlas en cada convenio mientras el coste de la vida siga subiendo de manera constante.
Además, el Observatorio de Márgenes Empresariales ha evidenciado algo que muchos ya intuíamos, que las empresas están aumentando sus beneficios a un ritmo muy superior al de los salarios. Y no me refiero a sectores en crisis ni a compañías asfixiadas, sino de beneficios crecientes, márgenes al alza y dividendos generosos. Si a pesar de eso los salarios siguen anclados, la conclusión es evidente: no se trata de falta de capacidad, sino de falta de voluntad.
No vamos a bajar el listón
Por eso este artículo es, también, una llamada a la acción a nuestras delegadas y delegados, hacia quienes se sientan en las mesas de negociación: no podemos rebajar el listón. La Comisión Ejecutiva Federal nos comprometimos hace cinco años a dignificar estos sectores y a situar a sus trabajadores en el lugar social que merecen, y ese objetivo sigue plenamente vigente.
No podemos normalizar sueldos que apenas superan el salario mínimo
No podemos permitir retrocesos ni acuerdos que consoliden salarios insuficientes mientras las empresas mejoran sus resultados. No podemos aceptar convenios que ignoren la inflación acumulada o que releguen las cláusulas de revisión a una nota a pie de página. No podemos normalizar sueldos que apenas superan el salario mínimo o no se alejan mucho de él.
Defender salarios dignos es una de los pilares de nuestra manera de hacer sindicalismo. Hay que seguir negociando con firmeza, con datos, con argumentos y con la convicción de que estos sectores se sostienen gracias a profesionales de “alto valor” para la sociedad. Y ese valor no debe demostrarse solo con palabras y buena voluntad hacia estos profesionales, debe demostrarse también en las nóminas de cada uno de ellos y ellas.




