La situación vivida en el aeropuerto de Barajas y en otros aeropuertos nacionales ha puesto de manifiesto la debilidad del sistema de atención a las personas más
desfavorecidas.

Mientras lo que aparece en los medios de comunicación diariamente es lo positivo de los datos macro en la economía española así como a título de ejemplo ocupaciones récord año tras año en el sector turístico, desde algunos ámbitos pretenden que la sociedad en general no preste la atención necesaria a esa parte de ciudadanos y ciudadanas de este país que no disponen de medios suficientes para llegar a final de mes al igual que a otra parte en aumento que se sitúa claramente en la exclusión social. Los vemos en las calles de las grandes ciudades, en los parques y ahora sabemos que también intentan protegerse bajo el techo de Barajas. Algunos incluso forman parte de la nueva generación de trabajadores pobres si estos que escuchan a determinada clase política de este país cuando dicen que no hay que subir el SMI, que no hay que reducir la jornada laboral y que hay que contener los salarios para fortalecer el tejido empresarial. Si estos hombres y mujeres que observan atónitos como un problema de vida, se convierte en una batalla entre administraciones en Barajas no para afrontar su problema de vida sino porque lo que resulta incómodo para la administración es que salga a la luz que pernoctan en el principal aeropuerto del país.

Si ciudadanos y ciudadanas de este país que deben seguir siendo invisibles para los poderes políticos porque incomoda su presencia no su situación, porque su situación real pone de manifiesto un sistema fallido en lo relacionado con las políticas de asuntos sociales que deberían impulsar en primera persona los ayuntamientos y que no son capaces de resolver un elemento tan vital en una sociedad democrática como el derecho a la vida digna. Porque pone en el foco la fragilidad de un sistema de vida cada vez más individualista y de políticas orientadas hacia modelos de privatización que protejan cada vez más la vida de los poderosos y que desvertebrando las políticas públicas aumenten cada vez con mayor fuerza las desigualdades para los ciudadanos y ciudadanas de este país con menos recursos.

Los culpables no son las personas que buscan refugio en Barajas ni en otros rincones de las ciudades ante el olvido y desprecio de las administraciones, tampoco como se ha pretendido desde algún ámbito los vigilantes de seguridad por realizar su trabajo en los distintos accesos, lo realmente preocupante es observar como el mundo avanza hacia modelos de sociedades individualistas y hacia políticas cada vez más arraigadas en el planeta donde los derechos humanos han dejado de ser la prioridad de un sistema que ha decidido que todo vale para unos pocos y que pretende esconder la miseria de muchos, además fragmentando a la sociedad y a cara descubierta.

Diego Giráldez Gerez Responsable Seguridad Privada y Servicios Auxiliares FeSMC UGT