Con la pandemia de 2020 mucha gente quiso hacer negocios unos eran legales y otros ilegales (algunos están aún juzgándose). Uno de esos negocios fue promovido por unas empresas que “vendían” las bondades y modernidades de votar, telemáticamente, desde casa, cuando las personas trabajadoras eligiéramos representantes.

Naturalmente, muchas empresas compraron el producto televoto, otras lo impusieron (quisiéramos o no). Sin embargo, en plena pandemia, en varias CC.AA. se realizaron elecciones a representantes políticos.

¿Cuál es la realidad? Es muy sencilla de entender, el Real Decreto Ley de teletrabajo indicaba literalmente en el artículo 19.3: “Deberá garantizarse que las personas trabajadoras a distancia pueden participar de manera efectiva en las actividades organizadas o convocadas por su representación legal o por el resto de las personas trabajadoras en defensa de sus intereses laborales, en particular, su participación efectiva presencial para el ejercicio del derecho a voto en las elecciones a representantes legales”. Esto obliga a las empresas a concedernos un permiso retribuido para, como mínimo, acudir a votar a nuestros representantes, tarde lo que tarde en ir, votar y volver, como si teletrabajo en Las Palmas y tengo que venir a votar a Madrid. Y desde nuestro punto de vista, la empresa debe sufragar este gasto, lo que supondrá otra pelea jurídica, porque las empresas quieren las ventajas del teletrabajo -ahorrarse los costes de infraestructura- y no compensarnos económicamente nuestros gastos-.

Es importante pensar que a la clase política del país no ha regulado el voto telemático, que puede ser un avance, se sigue votando en urna y es así porque no se fían. Es una pista. Son nuestras empresas las que pagan a estas empresas del televoto, sin interventores, sin control, sin garantías reales, visibles e inmediatas (no hay que contratar carísimas periciales informáticas que vigilaran el proceso, solo contar papeletas). Nos costaría mucho impedir que una empresa imponga los representantes de la lista amarilla que quieran poner para que les firmen las barbaridades que les apetezca al que paga. Y quien paga, manda.

No vale quitar el teletrabajo para el día de la votación para evitar el permiso retribuido.