El informe político más influyente para la próxima legislatura europea incide en las mismas conclusiones que UGT lleva expresando durante años: la regulación de las telecos está obsoleta, es ineficiente y su asimetría nos conduce a un desastre sin paliativos.

El encargo realizado por la Comisión Europeo a Mario Draghi (The future of European competitiveness1 ) contiene un apartado exclusivamente dedicado a las redes de telecomunicaciones, donde expone una serie de conclusiones que calcan el diagnóstico que UGT lleva compartiendo desde hace más de una década. Así, la competencia sobre precios que ha defendido Europa desde el pasado siglo, favoreciendo una insostenible proliferación de operadoras virtuales, ha devenido en la falta de “escala necesaria para proporcionar a los ciudadanos un acceso ubicuo a la fibra y la banda ancha 5G y para equipar a las empresas con plataformas avanzadas para la innovación” lo que, con el tiempo “han reducido la rentabilidad de la industria y, en consecuencia, los niveles de inversión en Europa, incluida la innovación de las empresas de la UE en nuevas tecnologías más allá de la conectividad básica”. Exactamente las mismas afirmaciones que llevamos años exponiendo, reiterando y denunciando.

En resumen, la obsoleta regulación sectorial ha frenado la inversión y la innovación, ha mermado los ingresos, ha permitido el parasitismo de las OMV que no genera riqueza ni puestos de trabajo, ha apuntalado a monopolios digitales radicados fuera de nuestras fronteras, y como consecuencia de todo ello, ha devastado miles de empleos tecnológicos.

Precisamente, otro de los apartados al que el informe Draghi dedica más espacio es el referido a la falta de talento digital. Pues bien, en España acabaremos este 2024 con 5.000 puestos de trabajo menos de primer nivel tecnológico, con experiencia acreditada y con óptica cualificación digital. No es que no haya talento, es que esta nefasta regulación impide a las telecos atraerlo, cultivarlo y consolidarlo gracias a una competencia sectorial equilibrada y eficiente.

Demostrado que teníamos razón (la misma presidenta de la Comisión Europea ha hecho suyas las conclusiones del informe), toca dejar de lamentarse y ponerse a la tarea de desmontar décadas de inútil legislación, poniendo en foco en donde siempre tuvo que estar: fomento de la innovación, cierre de la brecha digital territorial y, por supuesto, creación de empleo tecnológico cualificado, digno y bien remunerado.