Necesitamos una mayor implicación de la Xunta de Galicia en la valoración del sector de viajeros para desbloquear la propuesta patronal.
Hace unos días, desde FeSMC, alertábamos de la decisiva semana que tenía por delante un sector tan importante como el de transporte de viajeros por carretera en la comunidad autónoma de Galicia. Lo adelantábamos el pasado viernes, la suspensión de la huelga de los días 27 y 28 podía llevar a resolver este conflicto de manera negociada o, por el contrario, podía desatar un poder de movilización todavía mayor debido al hartazgo generalizado en un sector menospreciado e infravalorado.
Ha tocado la cara B, tras más de 10 horas de reunión de mediación en el Consello Galego de Relacións Laborais. La cara del hastío, de no alcanzar un acuerdo y ni tan siquiera de respetar lo preacordado en la anterior reunión mantenida que supuso la suspensión de las jornadas de los días 27 y 28 de marzo. La aceptación de subida salarial del 6,5% para 2021 y 5,7% para 2022 aceptada por la parte patronal y condicionada a un acuerdo final que viese más mejoras para los años posteriores a 2023 y otras reivindicaciones sociales importantes como la homogenización de diversas condiciones laborales para toda la comunidad gallega, se han esfumado por ahora. Sí, por ahora.
Esta noche tendrán lugar asambleas en las 7 ciudades más importantes de Galicia a las 10 de la noche, en la que se explicará lo ocurrido en la extensa reunión de ayer jueves, cuya maratoniana duración no ha permitido más que ver cómo la parte patronal jugaba con las palabras, perfectamente explicadas y firmadas mediante un acuerdo condicionado, para conformar un embrollo que ni ellos mismos saben explicar con palabras.
La Xunta de Galicia tiene que participar más en la aportación económica del coste de un servicio público de transporte de calidad.
Hay que respetar a un sector cuyas personas trabajadoras hacen jornadas de trabajo de más de 10 horas de trabajo diarias de promedio, no distinguen un día festivo de uno laboral, no disfrutan de su familia los fines de semana, que muchas veces no conocen ni la jornada del día siguiente y a las 10 de la noche no saben si pueden ver algo en la televisión con sus hijas o si tienen que madrugar para iniciar un servicio a las 5 de la mañana y, por último, y más importante, que conducen un autobús por las sinuosas carreteras gallegas, en condiciones climáticas adversas, con 60 personas a bordo por un salario base que no pasa de 1.000 euros mensuales.
El anterior párrafo va así, de corrido, para que el lector pierda el aliento como lo pierden diariamente las trabajadoras y trabajadores del sector.
Ya no compramos nada más que no sea una posición de fuerza que posibilite acceder a la negociación con una garantía suficiente que posibilite pactar importantes mejoras. El llamamiento a la huelga resolverá el conflicto más pronto que tarde. El próximo lunes volveremos a ver el caos de la huelga del pasado 31 de marzo, con un seguimiento de más el 90% y con la ciudadanía gallega en las paradas, con lo importante que es la movilidad diaria de cientos de miles de ciudadanos que diariamente acuden a sus centros de trabajo, hospitales, enlaces ferroviarios y aéreos, centros asistenciales, etc.
No es necesario alentar mucho más al personal, que espera con impaciencia el paro del próximo lunes, pero observar lo negociado hace unos días en otras comunidades autónomas donde UGT, como en el caso de Navarra, ha alcanzado acuerdos de más del 21% para 4 años, soportan la lucha para conseguir algo parecido en Galicia.
Esta vez sí, comienza la partida.