Ningún acuerdo político para la detención de la masacre genocida del pueblo palestino a manos del ejército israelí puede borrar el escenario de muerte y cenizas que deja el Estado de Israel en Gaza.

Mañana, 15 de octubre, UGT y CCOO mantenemos la convocatoria de paro parcial en todo el país. Será un grito de dignidad y solidaridad, de denuncia contra el genocidio y la matanza de civiles que el Estado de Israel ha perpetrado sobre el pueblo palestino en la franja de Gaza, con el silencio cómplice de gobiernos democráticos y la vergonzosa pasividad de una comunidad internacional que, durante dos años, ha elegido mirar hacia otro lado.

Acogemos con cautela y alivio el reciente acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás. Pero no podemos engañarnos: un alto el fuego no borra el genocidio, ni devuelve la vida a las más de 67.000 víctimas palestinas, muchas de ellas mujeres y niños. No hay acuerdo diplomático que pueda tapar la barbarie cometida ni el sufrimiento de un pueblo castigado colectivamente. El genocidio ya se ha producido y tiene culpables.

No hay acuerdo diplomático que pueda tapar la barbarie cometida ni el sufrimiento de un pueblo castigado colectivamente. El genocidio ya se ha producido y tiene culpables.

No podemos dejar de condenar los terribles atentados cometidos por el grupo terrorista Hamás el 7 de octubre de 2023, que se saldaron con 1.400 muertos y el secuestro de 251 civiles. Pero precisamente por eso, por esa misma coherencia moral, debemos denunciar con idéntica firmeza la respuesta irracional, desproporcionada y sanguinaria que el gobierno israelí ha ejercido sobre una población civil indefensa.

El mal llamado “acuerdo de paz” no puede eclipsar que hoy Gaza es sinónimo de ruinas, hambre y desplazamiento. Los hospitales, las escuelas y los refugios humanitarios han sido atacados, las infraestructuras civiles, arrasadas. No hablamos de daños colaterales, sino de una política deliberada de exterminio y castigo colectivo, prohibida por el derecho internacional. Esto ha sido un genocidio, una matanza, una masacre.

La ideología sí importa

Como recordó el periodista franco-israelí Charles Enderlin, “el 7 de octubre, Hamás masacró al Israel laico y de izquierdas”. Aquellos jóvenes del festival, aquellos vecinos de los kibutz, representaban otra forma de país, opuesta al integrismo que hoy gobierna Israel.

La historia demuestra que la ideología condiciona las políticas de guerra o paz. Gobiernos progresistas israelíes, como los de Isaac Rabin o Ehud Barak, apostaron por el diálogo y la negociación, con verdaderos acuerdos de paz (Oslo, 1993, y Camp David, 2000). Frente a ellos, la actual coalición ultraderechista y ultraortodoxa de Benjamin Netanyahu ha hecho de la violencia su único lenguaje político. No se trata de defender la seguridad de su pueblo: se trata de borrar del mapa a Palestina.

La historia demuestra que la ideología condiciona las políticas de guerra o paz. Gobiernos progresistas israelíes, como los de Isaac Rabin o Ehud Barak, apostaron por el diálogo y la negociación.

La extrema derecha, en Israel y en el resto del mundo —como ya vimos con el ascenso del nacionalsocialismo y el fascismo en la Europa de entreguerras—, convierte el odio y el miedo en política de Estado. Frente a ello, la diplomacia, la paz y el respeto al derecho internacional exigen valentía y visión. Gaza es hoy la consecuencia trágica de esa ideología del odio.

Cómplices del genocidio

Debemos denunciar la complicidad de Estados Unidos en este genocidio. Su política exterior, lejos de frenar la ofensiva, la ha protegido diplomáticamente. Durante meses, Washington vetó resoluciones de la ONU destinadas a proteger a la población civil palestina y siguió enviando armas y financiación al ejército israelí. El legado de Donald Trump, al reconocer Jerusalén como capital de Israel y legitimar los asentamientos ilegales, han alimentado la barbarie. La Unión Europea tampoco ha estado a la altura. Sus declaraciones tibias y su pasividad la convierten en cómplice moral de esta tragedia. Europa debe recuperar el valor político de los derechos humanos que inspiraron su fundación.

Frente a esa pasividad internacional, España ha demostrado coherencia y dignidad. El Gobierno español —respaldando el sentir mayoritario de su ciudadanía— fue de los primeros en reconocer oficialmente al Estado de Palestina, gesto histórico que honra a nuestro país y que refuerza la legitimidad de la causa palestina.

15 de octubre: #StopGenocidio

Por todo ello, UGT y CCOO mantenemos la convocatoria del 15 de octubre. No será una jornada de celebración por un alto el fuego que, sin duda, valoramos, sino un día de memoria, denuncia y justicia. La paz verdadera no llegará mientras no se juzguen los crímenes, mientras no se garantice la reconstrucción de Gaza y mientras el pueblo palestino no pueda ejercer su derecho a existir y vivir en paz.

El 15 de octubre saldremos a la calle por las víctimas, por la verdad y por la dignidad. Porque la justicia social y los derechos humanos no se suspenden por un acuerdo político. Porque el sindicalismo internacionalista no calla ante la masacre de un pueblo.

Otras opiniones