Un año más comprobamos que, por desgracia, la libertad de prensa es atacada en muchas partes del planeta y 68 periodistas, según datos publicados por la FIP, fueron asesinados en el mundo en 2022.
Según esta organización han sido 12 los corresponsales fallecidos en la guerra de Ucrania. Desde la AGP-UGT pedimos especial protección para los profesionales que están cubriendo informativamente el conflicto y que se juegan la vida para que nos llegue una información veraz.
La represión y la inseguridad que padecen los periodistas en Méjico, Nicaragua, Guatemala, Rusia, China y Filipinas, por poner unos ejemplos, se han incrementado durante el año pasado.
También consideramos intolerable la situación en que se encuentran Nilufar Hamedi, Elahe Mahammdi, Pablo González y Evan Gershkovich. Las dos primeras son las periodistas iraníes que desvelaron el caso “Amini” –la joven iraní que murió mientras estaba detenida por quitarse el velo- y que son acusadas de colaboración con Estados Unidos, por lo que podrían condenarlas a la pena de muerte. Pablo González que continua encarcelado en una cárcel polaca –en unas condiciones impropias de un país democrático- hace ya más de un año, y el corresponsal del Wall Street Journal, que se encuentra detenido en Rusia. La AGP-UGT pide que se intensifique la presión diplomática internacional para que se produzca la inmediata puesta en libertad de los cuatro profesionales de la información encarcelados.
En nuestro país la precariedad –en todos los ámbitos: bajos salarios y congelados durante años, exceso de jornada que afecta negativamente a la salud laboral y evitan la conciliación de la vida personal y profesional, contratos irregulares y el incremento del número de periodistas que trabajan por cuenta propia-; la brecha salarial y la poca participación en los puestos de dirección que afecta negativa y específicamente a nuestras compañeras de profesión –sólo el 3% de trabajadoras en los medios acceden a puestos de dirección-; la sustitución de fotoperiodistas por fotos de baja calidad sacadas con un móvil; son, entre otros, los problemas que perjudican el libre ejercicio de la libertad de prensa en nuestro país.
Además, queremos señalar que los vetos que determinadas organizaciones imponen a medios y a periodistas, los señalamientos públicos, la persecución en las redes y, en algunos casos, la agresión física, la desinformación y la polarización son males que también afectan a la libertad de prensa en España.