30 años de la Huelga General del 14-D: ‘Juntos ¿podemos?’

Soy sindicalista “joven” (dicen…) y el 14-D de 1.988 tenía 14 años, lo cual me permite cierta toma de conciencia de aquella Huelga General que vivió nuestro país, si bien he vivido todo lo ocurrido en aquella fecha por boca de tantos sindicalistas veteranos que han cuajado mi conocimiento en UGT estos años.

Para los no iniciados en la lucha de los trabajadores en nuestro país, es interesante recordar estos días que bajo el lema “Juntos podemos. Nosotros hemos cumplido, ellos no”, los trabajadores se manifestaron contra las políticas de recorte y austeridad puestas en marcha por el Gobierno socialista que perjudicaron gravemente a la clase trabajadora. Medidas como ajustes salariales, precarización del empleo, reconversiones industriales, etc. que, en un contexto de prosperidad económica, no tenían sentido alguno.

El 14 de diciembre de 1988, los trabajadores paralizaron el país y consiguieron varios de sus objetivos. El Gobierno tuvo que retirar las medidas más lesivas para los trabajadores y después de 30 años podemos comprobar que las consecuencias de esta movilización sentaron las bases del actual Estado de Bienestar.

Es decir, el viejo binomio “acción, reacción”. La masiva movilización generó la retirada de los aspectos más lesivos por parte del Gobierno del partido hermano de la UGT (hubo incluso varios responsables sindicales que se negaron a seguir la directriz interna de la convocatoria de la Huelga General), pero realmente lo que generó fue una disrupción respecto del papel de cada organización en nuestra sociedad. Y así seguimos a día de hoy. De ahí el título de este artículo.

Porque el Capital aprendió en aquella fecha varias lecciones del éxito de la movilización en la joven democracia. La principal, que el “Juntos Podemos”, lema de aquella huelga, les estaba lanzando la vía para imponer sus tesis liberales en nuestro país.

¿Por qué digo esto?, porque aprendieron que una separación/división de la clase obrera en cuanto a mimar a los sectores estratégicos de la producción del país (condiciones laborales y salariales mejores que el resto), genera una desconexión respecto de la conciencia de clase de estos colectivos de trabajadores, respecto del resto de sectores de servicios, más precarizados y cuya huelga y movilización no consigue “tocar la campaña” necesaria de la presión en todos los aspectos. Y así seguimos…

Igualmente (y no menos importante), aprendieron (aprendimos) que de la separación/división de la clase obrera en cuanto a su contenido estrictamente político, se derivó una ruptura de la UGT con el PSOE, que con grandes dosis de talante y de talento, se mantiene en nuestros días.

Porque en UGT seguimos teniendo por objetivo el mismo que tuvimos durante los últimos 130 años de historia (y es uno de los grandes problemas de la historia de España): luchar contra el control oligárquico del poder político y del aparato del Estado.

Porque no se podía asumir, ni se pueden asumir 30 años después de aquella histórica fecha, una barbaridad que constituía (y constituye) más un social-liberalismo que una socialdemocracia.

No es moralmente ni políticamente asumible para los que hemos bebido de la historia de la UGT y del PSOE, asumir políticas de derechas aplicadas por partidos de izquierdas.

Porque de la desunión de la clase obrera política de izquierdas, a día de hoy, sigue nutriéndose el Capital en nuestro país y nutriendo el discurso único de que no son necesarias ideologías para hacer avanzar una sociedad. Y mientras tanto se siguen trasladando rentas del trabajador hacia sus cuentas de resultados. Y así seguimos…

Y así seguimos, hasta que la clase obrera política de izquierdas de estos tiempos que corren, adquiera la madurez necesaria para ser conscientes de lo que son realmente: gestores del mandato de los trabajadores y las trabajadoras.

Y así seguimos, hasta que el grueso de los trabajadores de nuestro país, adquieran la conciencia de clase necesaria de lo que son realmente: trabajadores y trabajadoras.

Por tanto, 30 años después, rindamos homenaje diario a los veteranos sindicalistas y trabajadores que sí tuvieron esa conciencia de clase necesaria para acometer la lucha y lograr sus objetivos.  Escuchemos atentamente sus relatos siempre para nutrir nuestro quehacer diario dentro tanto de las organizaciones sindicales como políticas.

Porque nuestro único objetivo ha de ser, en estos tiempos, retomar aquel lema: “Juntos, podemos”.